Hablar de Audrey Hepburn es hablar de todo un icono de
moda de los años 50 y 60. Considerada por la American Film Institute como la tercera mayor leyenda femenina del
cine estadounidense, Audrey es mundialmente conocida por su estilo elegante y
por su imagen indiscutible de belleza clásica y atemporal.
A mediados de los 50, Audrey ya era una de las mayores
estrellas de Hollywood y se convirtió en un icono de moda. Su estilo, tan
personal y elegante, era admirado e imitado por todas las mujeres de la época.
Tenía un físico muy especial. Era delgada y de apariencia frágil, y una de las
actrices más guapas del momento. Todas querían parecerse a ella. Sus vestidos y
sus peinados fueron muy imitados, al igual que la forma de sus cejas.
Su look era discreto, elegante y poco ostentoso.
Desprendía glamour y sencillez y un estilo muy chic. No abusaba del maquillaje
ni de las joyas y casi siempre llevaba zapatos planos, tipo bailarinas o
merceditas.
En 1954, conoció a Hubert de Givenchy, quién la vistió
por primera vez para su película “Sabrina”. A partir de entonces Givenchy se
convertiría en su gran amigo y mentor.
El diseñador conocía mejor que nadie la silueta de Audrey
y la vistió para muchas de sus películas y también en la vida real. Audrey fue
la musa de Givenchy durante más de 40 años, formando uno de los dúos más
memorables del cine y la moda. Incluso creó un perfume inspirado en ella
llamado L´Interdit.
Su silueta y los maravillosos estilismos del diseñador,
la convirtieron en un símbolo de sofisticación y elegancia.
Su imagen radico en la elegancia natural y en la no
ostentación de joyas ni vestuario. Su carácter también fue admirado por muchos
sobre todo en el ámbito social en el que se movía. Muchas marcas le ofrecieron
que fuese la imagen de sus productos pero ella siempre los rechazó. Se mantuvo
fiel a su modisto Givenchy desde el principio.
A Audrey le encantaban los vestidos de cortes rectos y en
colores lisos, los trajes chaqueta tanto de pantalón como de falda, las faldas
con vuelo combinadas con camisas lisas o jerseys de cuello cisne, los
pantalones capri, los pichis y las gabardinas.
Fue gran amante de los accesorios. Le gustaba lucir pañuelos en la cabeza, sombreros y gafas de
sol.
Sus estilismos de fiesta eran increíbles: faldas de
vuelo, vestidos con adornos y brocados, hechos de tejidos ricos como el tul, el
raso o el tafetán…
Sin duda una de las imágenes más recordadas de Audrey
Hepburn es la escena donde se encuentra en frente del escaparate de la joyería Tiffany´s en su película
“Desayuno con Diamantes” (1961), luciendo un vestidito negro diseñado por Givenchy.
Audrey puso de moda el vestidito negro, también conocido
como LBD (Little Black Dress) al llevarlo en esta escena, pasando de ser un
símbolo de la jet-set a convertirse en la prenda imprescindible del fondo de
armario de toda mujer, sin importar su clase o distinción.
El vestidito negro es símbolo de elegancia y glamour que
encarna valores tan diversos como la independencia, la clase y el respeto.
Todo lo que hacía Audrey Hepburn, parecía tener
influencia en la sociedad de entonces y también en la de ahora.
Se dice que gracias a ella, los perritos Yorkshire
terrier se convirtieron en la raza de moda y que la idea de llevar este perro
con lacitos y abrigos de punto, surgió de ella.
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